jueves, 14 de febrero de 2008

El burka y la peineta.
¡Mira mamá...! ¡Un negro!
La exclamación era de lo mas frecuente hace -no tantos- años en España, cuando los niños se cruzaban en el camino a algún digno representante de las etnias oscuras...
Los chavales no estaban acostumbrados a ver gente "de color" -negro, naturalmente- mas que en la tele o en el cine. Encontrarse alguno por la calle, era un acontecimiento sorprendente. Hoy, nuestras ciudades son el mejor ejemplo de lo contrario. Gentes llegadas de todas partes las recorren a diario porque han hecho de ellas – o al menos lo intentan- el paisaje en el que vivir sus vidas. Ellos ya no nos sorprenden, aunque sigan -que siguen- pareciéndonos diferentes. La verdad es que no hemos encontrado el "punto de inflexión" intercultural que nos ayude a construir una convivencia razonable. Así nos va, sobre todo a ellos.
Cuando el niño de marras llamaba en voz alta la atención de su mamá sobre el color de la piel del prójimo, la susodicha solía propinarle un pescozón y recriminarle su actitud con un :"¡Chsssst... Niño, no seas maleducado. Eso no se dice!" Como si llamale "negro" a un negro fuera un insulto o poco menos. No lo es sin embargo. Ningún oriundo de Barakaldo -un suponer- se ofendería si alguien le llamase "blanco". Entonces, ¿Por qué pensamos que "negro" es insultante? Pues es fácil; porque seguimos creyendo que "blanco" es mejor. Otra explicación no le encuentro y, con esa premisa de entrada, ya se pueden esforzar desde las altas esferas del Gobierno o de la Oposición a la hora de presentar proyectos de ley o propuestas al respecto. La cosa tiene dificil solución.


El caso es que lo que se dice normas de convivencia, ya tenemos. Y no todas estan necesariamente contempladas en las leyes que nos rigen. Ninguna ley contempla por ejemplo, que la higiene es fundamental, que cuando se guarda cola va primero el uno y luego el dos y así, un etcétera...

Son cosas necesarias para una buena convivencia y sin las cuales no nos sería posible la vida tal y como la concebimos. Muchas de estas "normas de comportamiento adquirido" no han nacido por generación espontánea. Han costado esfuerzo y años a colectivos entre los que La Mujer ha sido siempre punta de lanza. En España hace mucho que nos quitamos el velo. Vamos solas al médico, conducimos vehículos, elegimos a nuestras parejas, tenemos los hijos que queremos tener, estudiamos, fumamos -¡Ay!- y aunque aún no hemos conseguido lo de "a igual trabajo, igual salario" cualquier día de estos se nos logra. Por eso no está servidora dispuesta a que alguna vecina mía, por el hecho de que en su País de origen se la menosprecie y minusvalore en virtud de una "tradición" que no la respeta como ser humano, en el mío se le siga considerando una mierda debajo de un plato. Me niego. Sobre todo porque a muchas mujeres les ha costado aquí sangre sudor y lágrimas, conseguir lo que a ellas se les sigue negando. Leyes o costumbres, que tanto dá, ya existen. Serán mejorables, pero son las nuestras. Las hemos ido haciendo con mucho esfuerzo a lo largo de siglos para tener lo que tenemos. Sería muy de agradecer que, quien tiene la obligación de velar por su cumplimiento, dejara de "cogersela con papel de fumar" y las hiciera cumplir. Aquí, si nos da la gana, llevamos peineta, burka no mire usted . El burka, el velo, la mutilación genital, la represión de todo tipo, se los deja usted en Irán o en Somalía... ¡Tanta tontería ya!

jueves, 7 de febrero de 2008











Castellfort. 7 Diciembre 2004.
EL CAMINO DE CASA
Seguramente la niebla tuvo la culpa. Esa niebla blanquísima, espesa como nata. La que devuelve luces y refleja siluetas, un espejo cóncavo de pura nube que me atrapó en la loma y ya no me abandonó hasta el pueblo. Había que adivinar la calle Ancha, la panadería, el entrador de la Plaza…
Día de matanza. Unos cuantos se afanaban dentro del pequeño matadero; cortando, repelando, tostando, moviendo la sangre en un batir sin pausa para evitar la coagulación. Los niños jugaban a fútbol (fresas los carrillos del frío y las carreras) con la hinchada vejiga de alguno de los animales recién sacrificados a modo de improvisada pelota.
En casa de Paqui, el matacerdo iba por todo lo alto. Entre trabajo y fiesta, envueltos por el aromático vapor del perol donde hervía el calducho de las morcillas de arroz, hombres y mujeres salaban lomos y costillares, daban cuerda al embutido, transportaban fuentes de mondongo y tajadas (el fetge negre, el fetge blanc, la careta de cuencas vacías) para las brasas del almuerzo.
Fuera, la niebla seguía disfrazándolo todo con su velo húmedo. El horizonte en la montaña jugaba al escondite con la torre campanario cuando enfilé el callejón de casa.
La casa, la crisálida. La piedra hueca que protege y cura el mal de ausencia, esperándome como siempre. Tan cargada de historia y de presencias que es imposible sentirse sola en ella.
La leña comenzaba a arder con buena llama, pero aún hacía frío. Acurrucarse; el placer de encogerse bajo la manta, cerca del fuego. La música bajito, la luz tenue. Luego dormir, relajadamente, sin prisa porque no hay prisa para despertar.
No puedo recordar en que momento miré por la ventana. Sé que atardecía sin que la niebla hubiera cedido un metro. Seguía ahí fuera, reina y señora del aire, invadiendo la tierra, lamiendo la reja de la barandilla, tocando en los cristales con sus nudillos blancos. Abrí la puerta y salí al corazón de una nube.
Caminé de frente, los brazos extendidos, buscando a tientas el frío contacto del hierro, sin encontrarlo. Quizá había calculado mal la distancia, puede que la dirección. Giré y seguí muy despacio hacia adelante largo rato, sin toparme con nada, envuelta en millones de gotitas diminutas, sin ver y sin ser vista, escondida de todos y de todo, por aquella niebla.
Intenté volver a entrar y di la vuelta… Pero no había frente a mí ninguna pared. Busqué el reflejo de las llamas que debería estar ahí, en alguna parte, asomando al cristal de las ventanas la calidez segura del interior, pero tampoco. Ni un retazo naranja, ni una chispa. Nada.
Estaba perdida. Completamente perdida en lo que hacía apenas un momento había sido la terraza de mi casa. Suspendida sobre la calle, sobre la roca, sin siquiera el consuelo de notar las baldosas bajo los pies porque el suelo se había vuelto mullido, tan blando que me hundía hasta los tobillos a cada paso.
Costaba avanzar a ciegas por aquella cama de musgo y vegetación, los ojos muy abiertos, los dedos palpando la nada, todavía mas despacio…
Entonces lo vi.
Recortándose entre mil jirones sedosos que parecían abrirse ante su tronco y abrazarle suavemente, como para no molestar al gigante dormido. Allí estaba el árbol.
Yo también abracé su piel de madera, mi cara apretada contra la cota de malla del vestido, infinitamente alegre por el reencuentro. Alegre hasta las lágrimas.
Después apareció otro, y otro más. Fueron dejándose ver mientras yo iba acariciando cortezas trenzadas en red, sintiendo correr bajo su piel de árbol la sangre verde que alimenta desde hace siglos aquellas ramas altísimas. Sus años infinitos en mis manos. Cantándoles una canción de árboles viejos para acunar la música del viento entre las hojas. El tiempo se paró y era mentira el tiempo.
Seguía intentando recordar la senda de bajada, buscando la salida, el camino de vuelta. Sin angustia esta vez, sin prisa, escondida de todos y de todo, menos de ellos.
Rompiendo el algodón del aire, una luz le abría heridas a la noche. Una ventana quizá. Una casa caliente y habitada. ¿Por qué no la mía?
Me acerqué a aquella luz, a los postigos abiertos y miré de nuevo, esta vez hacia dentro, al pequeño paisaje de la sala donde también ardía un fuego amable y vivo… Pero no era mi casa, ni mi fuego.
Era el tuyo, y tú quien dormitaba muy cerca de los leños.
Tenías los ojos tristes de los mastines cuando te levantaste y pegaste la cara al vidrio para mirar afuera. La misma mirada que conozco, la que a veces me atraviesa sin verme, como si yo estuviera hecha también de cristal, como si fuera transparente, como si no existiera.
Abriste la puerta para salir afuera, al corazón de la nube. A la niebla.
No podías saber lo que yo ya sabía; que el patio y el romero y las tapias de piedra roja y gris, no te esperaban. Ni que andarías perdido en el camino de casa hasta encontrarlos a ellos; los robles del barranc d'els horts..
MIRA NUESTROS ROBLES CON BUENOS OJOS.

Desde que se produjo la adjudicación de zonas eólicas del Plan Eolico Valenciano, varias empresas han cambiado de accionariado y otras zonas han pasado de mano en mano.
La zona 14 ya va por la 4º empresa Guadalaviar, Eyra, Vent Sol y Energía y EYRA (junio 2006)
La zona 7 también pasó a ser de Eyra (junio 2006)
Las zonas 10, 12 y 15 han pasado a ser Acciona Eólica de Levante
La zona 13 que era de Eólica de Levante (propiedad de Elecdey y Colortex, de empresarios madrileños y valencianos) pasó a depender del grupo danés Dong y ahora está a punto de ser adquirida por ENEL, por ACS o por Iberdrola.
Actualmente Acciona tiene más del 50% del accionariado del total de las empresas que participan en las zonas 1,2,3,8,9,10, 12 y 15(es decir, del 60% de las zonas) y ahora, al comprar un gran porcentaje de ENDESA, controlará las zonas 6,5 y 11.

La zona 4, que era de Guadalaviar, también pasa a depender mayoritariamente de Acciona. La zona 4 comprende parte del término de Ares. La zona 4 afecta directamente al BARRANC D'ELS HORTS, propiedad de Bancaixa.


Proyectos Eólicos Valencianos, que es la promotora de las zonas 5, 6 y 11, está participada un 55% de ENDESA, un 20% de Bancaja y un 35% de SEDESA. Sólo 200 aerogeneradores de los 1800 previstos (zonas 7, 13 y 14) no dependerán de Acciona.
Acciona controlará un 90% del Plan eólico Valenciano.
¿Alguien da mas?

martes, 5 de febrero de 2008


Ea.... No sé si me gusta mas el hecho de que todo un musicazo, el maestro Pla, me haya hecho ¡¡¡A mi!!! un pasodoble. El hecho de que dicho pasodoble sea ¡¡¡Torero!!! O que una vez mas, tenga una servidora la satisfacción de presentar el Festival con ese pedazo de amigo, sabio, divertido, culto y estrañable: Tonico Gascó.
Mi chico, con esas manitas de artesano orfebre que Dios le ha dado -y el mucho curro, que todo hay que decirlo- le está haciendo al maestro una joya -es lo suyo- de la que nada puedo contar porque estropearía la sorpresa, pero FIJO que no hay músico en el mundo mundial que tenga algo parecido.
El día 15 de este Febrerillo mocho, en el Auditorio, se estrena el pasodoble. No quiero escucharlo antes. El maestro me ha proporcionado una copia, hermosamente encuadernada... Servidora, de música, ná de ná. Así es que miro las corcheas y las semicorcheas como quien intenta leer un texto en chino siendo de Almendralejo. Bonitas son, pero hasta ahí llego.
Estoy segura sin embargo, de que ocurrirá con este pasodoble como con otros grandes, grandes, de la historia. Nadie recordará el torero que lo inspiró, pero sí al músico que lo compuso.
Un día de estos, se toca en la Maestranza. Fijo.
PROGRAMA DEL FESTIVAL
1 MONTSE ARRIBAS .................... JOSE PLA HERRERO
2 A LA FIESTA .................... VICENTE ARNAU TORTONDA
3 EL ARTE DE CUCHARES ................. ENRIQUE PASTOR CELDA
4 PLAZA DE TOROS DE CABRA ......... DAVID GOMEZ RAMIREZ
5 MANUEL AMADOR ............... MANUEL GARCIA SANCHEZ
6 EL PASEILLO ............... PEDRO GUZMAN GRAU
7 ISMAEL BELMONTE ............... MANUEL GARCIA SANCHEZ
8 CASTELL ALONSO ............... FRANCISCO SIGNES CASTELLO
9 DAVID ESTEVE ............... A. SANCHEZ PEDRO
10 EL GENIAL CASTELLA ............... BERNABE SANCHIS SANZ
11 CURRO DIAZ ............... MANUEL GARIN BORREGO
12 CLUB TAURINO CASTELLON ........ RAFAEL ROCA.

sábado, 2 de febrero de 2008


Yo también me apunto.

Pues no. A mi tampoco me gustaba mucho el texto elegido para ser cantado, un suponer, por Alonso en el podium. No me imagino yo a Don Fernando, la mano en el corazón, entonando fervoroso lo de los verdes prados y el azul del mar… Que para una de Camela queda mono, pero para Plácido; cortito tirando a cutre.
¡Menudo cabreo llevaba el autor de la letrilla, al enterarse de que se había desestimado la cosa! Casi como el que llevaba Ruiz Gallardón, el hombre, al enterarse de que Espe –que no es verde ni baila cha-cha-cha- con cuatro palabritas a Don Mariano, había conseguido lo mismo; que le desestimasen. Supongo yo que sería precisamente el disgustazo, lo que le impulsó a anunciar su retirada de la “Cosa Pública”, de la política con mayúsculas, al saberse ninguneado por el jefe. Y supongo yo que luego, en casa, se lo pensaría dos veces y donde había dicho digo, dice ahora que “Va a reflexionar y luego verá” En una especie de aviso a navegantes. Y quien avisa, no es traidor. La nave del PP cruza hoy el proceloso mar de la oposición a la espera del Marzo airoso que llevará a casi todos, una vez más, hasta las urnas decisorias. No conviene dividir al votante y la moderación ha sido siempre el lema del Alcalde de Madrid… Pero Mariano sabe.
Una servidora, que de analista política tiene bien poco, no piensa perderse la oportunidad de meter cuchara y como llevo la “musiqueta” clavada en el intríngulis de la sesera, a partir de ahora, todo lo escribiré en “himno”, que es lo masss y está –como diría mi amiga Pochocha- “Super de moda, osea”. Allá vas, cabás: “ Viva España, nos gusta beber cañas y comer jamón, nos gusta el vacilón, la paellita, el cocido, el morcón, y nadie nos iguala dándole al porrón.
En España siempre que gana Pedro es que ha perdido Juan, la bipolaridad, es lo que tiene cuando hay que votar, son pares o son nones porque aquí no hay más. Liberales cual torna la cigüeña dicen que vendrán, para parlamentar, nacionalistas echaos a temblar, lo de las alianzas se os va a terminar.
Viva España, la siesta, las corridas y la selección, ¡Viva Ruiz Gallardón! El grupo mixto no es un mal lugar y cuatro años; bastantes para negociar. Bono espera la mano que le tiendas, alcalde sin par. Crea un partido de centro social, y a más de cuatro el sueño les vas a quitar.
En España los pisos han subido una barbaridad, las hipotecas mas, la economía s’en va a fer la má y ni Manuel Pizarro lo resolverá. ¡Ruizga! ¡Ruizga! Echanos una mano, monta la ucedé y contrata a Bill Gates, Amancio Ortega, La Thisen, Fe-Fe, contrata a las Koplovitch y veras que bien”.
Decididamente, estoy como una cabra. ¿O no?

viernes, 1 de febrero de 2008

EL CANT DE LA PARDALA








EL CANT DE LA PARDALA




A diecisiete de Agosto del año de Gracia de mil y ochocientos once.

Yo. Josefa Bosch. Tejedora. Vecina de Morella.
A su Real Majestad.

Aunque son pocos mis años sobre la tierra, la hora de mi muerte se aproxima. Hubiera querido cantaros la gesta heroica de mis compañeros, relataros con música de fiesta la victoria final de la guerrilla contra El Francés. Siempre canté, Señor. Hasta en los días de mi encierro aquí en la torre, la voz de la Pardala levantó el eco de las montañas, llegó hasta los cortados donde los hombres se ocultan. A pesar de los golpes, de las amenazas... Canté para ser escuchada.

No sé com acabarà tot aquest joc, el gest que vós perdeu i que jo guard. Seríeu ben rebut, si l'esperança dugués el vostre alè fins als meus llavis.Els llocs on ens trobam, plens de recances, disfressen intencions i ens desseparen. Si em donau una mà, vet aquí l'altra; si pensau en un bes, vet aquí els llavis. Esper que em crideu, fa tantes nits, semblant que del meu cos anau fugint. I quan de mi tendreu esment, hauré de guardar per a mi aquest pensament. Voldria reposar dins vós, portal ombriu, i oblidar la por i el temps que ens queda. I que fos tan fort el nostre abraç que no es sabés on jo me mor,on naixeu vós...












Pero el relato debe remontarse al sitio donde la historia y el olvido de los poderosos, han marcado desde siempre el futuro de sus gentes. Esta comarca, este lugar.
Sabrá Su Majestad que cuando en el mes de Marzo del mil ochocientos ocho, llegó a Morella la noticia de que el Rey Carlos, vuestro padre, había abdicado en favor Vuestro, grande fué la proclama y el gozo de los vecinos. De fiesta eran los días ¡Y las noches!... Se encendía entonces tal iluminación extraordinaria, que pareciera el sol y no la luna quien gobernaba el cielo. El pueblo esperaba prontos cambios. La libertad tan cara de obtener, el pan y la justicia largamente soñados estaban – o eso creímos- al alcance de nuestras propias manos.
Luego, apenas transcurridos un par de meses, al llegar la noticia del heróico Dos de Mayo en Madrid, sacerdotes y frailes azuzaron el fervor popular desde sus púlpitos. Morella hervía de trabajo, de entusiasmo. Nos preparabamos, seguros de la victoria, para la guerra contra Napoleón. Todos; grandes y chicos trabajamos en la fortificación de la Plaza. Se compraron armas y comestibles y, de Valencia, se recibieron 16 cañones para la defensa. Se habilitaron como Hospitales de Sangre el Convento de san Agustín y la Casa Señorial de Feliú. Se organizaron somatenes, se cavaron trincheras en el Plá del rio... Y las gentes, enardecidas, la luz del tiempo nuevo en la mirada, me pedían que cantara. Y yo cantaba, Señor, por las altas almenas, por las calles, por las portalas anchas de los Porches.

Jo escric al vent aqueixa estrofa aladaper a què el vent la porti cel enllà, jo vull seguir-la amb ma candent mirada,plorant de no poder-la acompanyar. Entre els hiverns, quan vibri la ventada,el meu vers per l'espai ressonarà, i sobre els homes sa brunzent tonadadurà el so d'un incògnit oceà. I cantarà en la lira de les branques i de la lluna en les crineres blanques o en l'arquet de silenci de la nit. I eternament la maternal Natura l'espargirà per la infinita altura quan el meu nom, obscur, serà extingit.

Ha de saber Su majestad que un año justo duró el enardecimiento.
En Marzo; las gacetas trajeron malas nuevas a la ciudad. El rey José , aquel Pepe Botella...Es mi voluntad y quiero
Ha dicho Napoleón
sea rey de esta nación
mi hermano José Primero
Es mi voluntad y quiero
responde la España ufana,
que se vaya a cardar lana,
ese rey José Postrero
Anda salero
no durara en España
José Primero...



Contaba con algunas inteligencias en Valencia y ordenó al general Suchet, que mandaba el Ejército de Aragón, fuerte de unos 30.000 hombres, se dirigiese sobre ella, esperando que la sola presencia de sus tropas bastaría para que se entregase. El general enemigo dejó en Aragón fuerzas suficientes para oponerse y tener a raya a las divisiones españolas de Villacampa, García Navarro y Perenna, que reunirían entre todas unos 13.000 hombres, y en este día emprendió la marcha con 14.000 soldados, divididos en dos columnas: Una, a cargo del general Habert, se dirigió a Murviedro por Morella, de cuya villa y castillo queria apoderarse y la otra, mandada por el mismo Suchet, partió de Teruel, ahuyentó en Alventosa la vanguardia del ejército valenciano que se replegó sobre la capital, después de abandonar cuatro cañones al enemigo, y entró en Segorbe.
Desde Alcañiz, la columna de franceses se dirigía a Morella por los viejos caminos de la montaña. Relucían los morriones. La luz arrancaba destellos de hielo en las afiladas espadas de las bayonetas. Eran muchos... Y cuando lo supimos, todos los ricos y eclesiásticos abandonaron la población. En las casas solo quedamos los pobres. Los que no teníamos recursos para poder marchar. Los que creíamos que aún era posible la defensa... El día 21 de aquel mes, entraron en Morella los franceses.
Impusieron tributo de cien onzas de oro. Saquearon nuestros hospitales. Equiparon generosamente a su tropa... Y se marcharon.
Tales exigencias tuvimos que aportarlas los desgraciados que nos quedamos. Había una promesa; las autoridades juraron que al regresar los vecinos “pudientes” se haría el correspondiente reparto, pero lo cierto es que a su vuelta no se hizo la derrama. Los miserables aún lo fuimos más y los ricos... Habían puesto a buen recaudo sus joyas y dineros. El tesoro de la Arciprestal estaba oculto – y aún debe de estarlo- en casa de Don Antonio Gabaldá. No pudieron hallarlo los gabachos ni tampoco lo halló la gloriosa “Junta de Resistencia”, que antes de huír en cuanto barruntó el aliento del Corso en el cogote, el rabo entre las piernas, había ordenado recoger todo el oro y la plata de las Iglesias, para sufragar la “defensa de la Villa” que abandonaron vergonzosamente a su suerte. ¡Ah que buenos vasallos si hubieran buen Señor! Los morellanos pensamos entonces que “ya habíamos sufragado bastante” pero nos equivocábamos.
Fueron otras seis veces. Otras seis ocupaciones las que sufrimos. Llegaban,
arrasaban y se volvían a marchar sin que nadie pudiera oponerles resistencia. A pesar de todo, el deseo de rebelión continuaba acunando nuestras noches. El sueño de la guerra contra el invasor era la letra de todas las nanas.

No hi fa res plorar, no hi fa res morir, el desig és aquí, no s'acabarà així. No hi fa res plorar, no hi fa res morir, el desig és més fort, fa tot sol el seu camí.

Debe conocer, Señor, que los nuestros a las órdenes del General Odeneju, eran pocos y estaban mal armados, pero cuando en la primavera de 1810 los franceses ocuparon Morella de manera definitiva, Odenejú desplegó sus fuerzas por la Sierra del Aguila. Casi todos los hombres escaparon a los montes. Algunos para salvar la vida. Otros, los mas, para combatir contra el Francés.
El 24 de Junio, se libró frente al Fuerte una encarnizada batalla. Desde la muralla que guarda el Portón de Sant Miquel, impotentes veíamos caer a nuestros maridos, padres, hermanos. Caían bajo el empuje de los gabachos que apoyados por su artillería bien dispuesta en las aspilleras, habían salido a la carga en descubierta sobre aquel grupo de guerrilleros descalzos y famélicos, dejando la tierra sembrada de muertos y heridos que iban rematando a culatazos. Solo unos pocos escaparon a la matanza y regresaron a las montañas. La derrota fué total y los franceses quedaron dueños del terreno.

Un himne per no guanyar per no vèncer mai fent la guerra que malmena tota raó que ens pugui fer lluitar...Deixa'm doncs cantar aquest himne per no guanyar.Només som si vosaltres sou vida, sols tenim si podem compartir-la.Que de res no ens val la vida en la mort, la pau en la por...Deixeu-me així doncs cantar...

Poco podía ofrecerles Morella después de tanta ocupación y tan graves asedios. Nada nos quedaba. Los silos; vacios de grano. Los corrales y establos, vacíos de animales que fueron sacrificados para alimentar a las tropas francesas – a la fuerza- y a los nuestros por propia voluntad.
La lana ardió en los almacenes y el paño que antaño guardaban las arcas, también fué requisado. Los humildes telares de las tejedoras, encendieron hogueras en las cuadras de las caballerías militares. Nada teníamos. Solo hambre.
Las mujeres aguantábamos sacando fuerzas de la rabia y el dolor, que alimentaban al menos nuestros corazones. Allí fuera, en los campos baldíos por falta de manos que los cultivasen, escondidos en las molas al refugio de les casetes de volta, sin fuego que delatara su presencia, los nuestros rumiaban el regreso.
Escondida en la noche y usando algunas poternas ocultas en el muro, yo salía a encontrarme con José, con mi José, que había sido de los primeros en echarse al monte y ahora comandaba varios grupos desperdigados por las alturas de la Vallivana. Bajo las ropas llevaba todo lo que podía resultar util a los guerrilleros. Cualquier cosa servía; viejos cuchillos, oxidados ganchos de matarife, maromas y sogas... Yo lo sacaba de la ciudad para entregárselo a José, a los nuestros que de todo necesitaban. Una de aquellas noches urdimos el plan para su regreso.
La tropa francesa ocupaba las dependencias de la casa del Gobernador en el castillo y a pesar de que apostaban centinelas a cada trecho, la escasa resistencia que les había opuesto Morella y su prepotencia de vencedores, les había hecho bajar la guardia. Las borracheras eran diarias y en algunas de ellas tuve que cantar, conducida ante sus capitanes, para alegrarles la francachela.

Mi madre no quiere que vaya a la plaza, porque los soldados Me dan calabazas. No quiero pepitas, ni quiero melón, que quiero cabezas de Napoleón. ** La sucesión al trono de las Españas irá de macho en macho, dice la Carta. Si macho falta, Napoleón primero lleva la carga. ** Porque no se descubra la tremolina quiere nueva Regencia la gente indina. Tráele, Marica, tráele a Napoleón y le escabecharemos con tanto bribón. Tráelo, Marica, tráelo a Napoleón, tráelo y le pagaremos la Constitución.

Cantaba la Pardala aquellas coplas y los franchutes, que nada entendían, aplaudían y bramaban cuando reconocían en la letrilla el nombre de su Emperador... ¡ Si hubieran sabido lo que las estrofas contenían! Yo reía entre dientes y maldecía ese nombre para mis adentros. Al alba, se dormían con el sopor profundo del vino. Por eso sabía yo en que hora había de abrir la poterna para que los nuestros pudieran entrar a la ciudad y... ¡pasar a todos ellos a cuchillo! Una vez recuperada la Plaza, ni el mismisimo Suchet nos la hubiera arrebatado de nuevo, fuertes los morellanos en el castillo.
Ese era el plan y así se llevó a cabo... Mas no contábamos con la traición. Algunos vecinos “afrancesados” vendidos al enemigo por un salario miserable y con la promesa francesa de respetar sus vidas y sus escasas haciendas, tenian conocimiento de lo que nos proponíamos y se lo habían contado a los ocupantes.
Un par de meses antes, apareció clavada en los muros y portalones la siguiente orden:
"Orden del Sr.Corregidor Mariano Domínguez como Comisario General de Policía. Mando formar una compañía de 100 mozos de 18 a 40 años de edad, nombrando por Capitán al Barón de Andilla oficial español, graduado de tal, con el uniforme de chaqueta y calzón azul, chaleco blanco, cuello, vuelta y vivo encarnado, botón dorado, con destino a la persecución de las bandas de insurgentes que se están aumentando notablemente".
Cuatro de sus miembros, nombrados ya como "gendarmes españoles", acompañaron, a modo de guías a dos compañías del 114 regimiento de línea que con el Jefe de Batallón Douarch marcharon de Zaragoza a Codo y luego a Belchite, desbaratando con una sola carga a unos 300 españoles allí reunidos, causándoles 80 bajas y apoderándose de "sus mulas, bagajes, de 120 fusiles ingleses y de 100 puñales". En este choque y según el parte publicado, los cuatro Gendarmes "que iban en vanguardia de la tropa francesa, han manifestado durante toda la acción el mayor denuedo". Ese mismo mes salió el Barón, con al menos la mitad de sus hombres, acompañando a Suchet en su campaña contra Lérida, y tras la batalla de Margalef el 23 de Abril, fueron los encargados de guiar a la columna de presos procedentes de dicha acción, hasta Zaragoza; ocurriendo lo mismo al mes siguiente con los procedentes de la toma de Lérida.
Uno de aquellos gendarmes había sido destinado a Morella donde su familia regentaba una antigua taberna en la Costa de Sant Joan. El fué quien alertó al enemigo. El, quien prendió la primera antorcha cuando llegamos a la Plaça de Sant Francesc, donde nos esperaban apostados en las bocacalles. La emboscada dió rápido resultado. Sorprendidos por lo inesperado del ataque cuando confiábamos en hallar libre el camino al castillo, ni siquiera pudimos ofrecer resistencia. La escaramuza fué breve y todos los que no cayeron bajo el fuego de la fusilería, fueron hechos prisioneros y ajusticiados a la mañana siguiente. También José.
Solamente yo quedé para contarlo, mi Rey y Señor. Solo yo, encerrada durante siete meses en esta torre, tan pequeña que no sé en que rinconcito acurrucarme para no sentir el frío que me muerde los huesos.
A veces quisiera poder cerrar estas ventanas de piedra y sin postigos. Quisiera que el viento no soplara a su través, que los copos de la cellisca no me buscaran de noche, como los dedos de un amante viejo y helado, que no encontraran mis pobres pies descalzos, mi piel azul bajo los jirones del vestido.
No debería sentir, no debería.
Cuando ellos llegan, borrachos, gritando en su jerigonza incomprensible. Cuando empujan esta puerta claveteada y me tiran al suelo. Cuando ríen mientras me abren las piernas; ya no hay dolor. Es como si estuviera hecha de corcho, de madera. Solo el frío me recuerda que sigo viva, que ellos esperan fuera y no consentirán que esas ventanas puedan brindarme el viaje salvador del aire, el pasaporte para encontrar al fin el descanso, las rocas que esperan abajo.
¡Cuantas veces lo he intentado! Pero las cadenas que me atan a esta pared de piedra son cortas. Apenas puedo acercarme a los alféizares para dejar volar mis ojos sobre las montañas, sobre los barrancos, sobre el horizonte azul del cielo de esta tierra que es la mía. No me dejarán, porque son ellos quienes decidirán la hora y el modo de mi muerte. Porque nadie, mucho menos yo misma, les privará de ese placer, de esa lección que pretenden hacer servir como cruel ejemplo a mis camaradas.
La soga que ceñirá mi cuello espera, tendida y preparada en las Puertas del Convento. Solo anhelo que el cerrojo de esta cárcel rechine de nuevo, para anunciar la llegada de mis verdugos. Pero esta vez... Esta vez, Josefa Bosch La Pardala, saldrá de su encierro con la cabeza alta. Esta vez, el pájaro cantará como nunca. Hará honor al buen nombre que llevo a gala desde bien pequeña, desde que algún vecino tuvo a bien rebautizarme al escuchar la música feliz de mi voz, resonando contra la muralla.
Esta vez Mi Señor Don Fernando; cantará alto “La Pardala”.


Josefa Bosch, “La Pardala” fué ahorcada por el ejército francés la tarde del 17 de Agosto de 1811, entre las Puertas del Convent de sant Francesc de Morella, permaneciendo expuesto su cadaver para público escarmiento durante tres días.
Al amanecer del cuarto día, el cuerpo de Josefa había desaparecido del patíbulo en que se ajustició a la tejedora. En su lugar, el ejercito de Napoleón encontró pendiendo de la soga, el cadaver de una golondrina.





Texto.- Montse Arribas.

Poemas y Canciones:
María del Mar Bonet.
Gabriel Alomar
Lluis Llach
Coplas populares del siglo XIX.