lunes, 30 de junio de 2008

FEDERICO


Mi amigo “el insigne” le llama “Venenico” a Federico. El sabrá por qué. Quizá porque los buenos venenos, como las mejores esencias, se guardan en frasco pequeño. El periodista no tiene mucha estatura, la verdad, pero para que una voz llegue a todas partes y lo haga “en alto”, solo hace falta un micrófono… Y suficientes oídos para escuchar lo que desde él se dice. Luego el EGM contará lo que le parezca, pero Federico dispone de ambas cosas a pesar de todos los pesares. Podrá gustar o no, podrá mosquear a más de cuatro y, en cambio, alegrarles las campanillas a sus seguidores fieles. Se podrá estar de acuerdo o no con sus análisis personalísimos de la actualidad política y social. La cuestión es que lleva años haciendo lo mismo; decir lo que piensa sin pensar demasiado en las consecuencias que pueden derivarse de esa actitud. En un País libre – y este ¿lo es?- el ejercicio de la libertad individual solo termina cuando se comienza a invadir la de los otros. Para resolver donde acaba el terreno de uno y comienza el del vecino, están los Jueces en cualquier caso.
Jiménez Losantos no ha cambiado. Sigue siendo el mismo, con sus lealtades y sus pullazos más que previsibles. Entonces ¿Qué ha ocurrido aquí? ¿Por qué muchos que antes del episodio Gallardón le idolatraban como el paradigma de lo que ha de ser un informador, hoy le defenestran? ¿Por qué le dejaron literalmente con el culo al aire en el juicio sus más queridos, admirados y defendidos políticos, con o sin mando en plaza?
Cuentan las crónicas que cierto día un poderoso mandatario observó desde su cochazo a dos hombres devorando a grandes bocados la hierba que crecía en la cuneta. Tras ordenar al chofer que se detuviera, el prócer descendió y dirigiéndose a los dos individuos, quiso saber por qué estaban alimentándose de aquella extraña forma. “No tenemos dinero” contestaron ambos. “Somos tan pobres, que solo nos queda la hierba si no queremos morir de hambre”.
“¡Esto no puede ser de ninguna manera!” dijo el político. “¡Suban ustedes inmediatamente al coche, y vamos a mi casa. Están ustedes invitados. Faltaría mas! ” Una vez acomodados en el super-buga, aquellos pobres sujetos no encontraban palabras para agradecer suficientemente la generosidad del prohombre. “¡Gracias… Mil gracias… Nunca hubiéramos imaginado que Usía pudiera ser tan buenísimo… Otra vez gracias!”
“Nada, nada. No hay de qué” respondió. Y alzando la mano por encima de su cabeza, añadió: “¡Si tengo yo el césped del jardín… Así de alto!”
Moraleja: Cuando un político hace algo por ti, pregúntate por qué lo hace.
¡Que parece mentira, Federico! A estas alturas y con la de tiros que llevas pegaos.

4 comentarios:

Marta Arrufat dijo...

Esperanza ya lo defiende bien... por cierto, hablando de pais libre, bueno... uno no dice lo que le da la gana siempre... de que? No me lo creo.

Pucela dijo...

¿Esperanza? ¿La que baila cha-cha-cha-? Pues en el juicio se le borró de golpe la memoria a la tía.
Le está bien empleado a Federico. Por tonto.

Pucela dijo...

¿Esperanza? ¿La que baila cha-cha-cha-? Pues en el juicio se le borró de golpe la memoria a la tía.
Le está bien empleado a Federico. Por tonto.

Marta Arrufat dijo...

Igual tiene el síndrome de la mujer maraca... lo digo por el cha cha cha, ay ay ay que la política es muy traicionera...